sábado, 28 de septiembre de 2013

La trampa dorada: sexo, mentiras y Enrique VIII

Cubierta de la edición española de
"La trampa dorada", C.C. Atribution 3.0
Lo único que se oye en los aposentos de la reina es el suave golpeteo de una docena de agujas perforando la tela y el murmullo de un hilo al pasar. Las risas, la música y los juegos que antes llenaban esta estancia han sido silenciados. Ninguna de nosotras se atreve a hablar. La reina siempre ha sido reservada y cuidadosa con lo que decía, pero ahora, en estos días de temor, es más discreta, ha enmudecido totalmente y permanece sumida en un estado de pánico.
No es la primera vez que veo a una reina que teme por su vida; sé lo que es formar parte de la corte de una reina cuando todas estamos esperando a que suceda algo. Sé lo que es que las damas de la reina lancen miradas furtivas, sabiendo en lo más hondo de sí que les van a arrebatar a su señora y a saber sobre quién más recaerá la culpa.

Esta es solo una de las sobrecogedoras escenas que Philippa Gregory, autora de La otra Bolena (llevada al cine en 2008), nos describe en la secuela La trampa dorada. La autora vuelve a sumergirse de lleno en la corte de los Tudor, tan seductora como peligrosa, para contarnos la historia de tres mujeres cuyos destinos se entrelazan en su lucha por sobrevivir en un mundo en el que ellas, pese a su alta cuna, siguen siendo ciudadanas de segunda.

Gregory nos transporta a la Inglaterra de 1539. Enrique VIII, quien fuera uno de los reyes más apuestos de la Cristiandad, se ha transformado en un tirano marcado por sus altibajos maritales: la valiente Catalina de Aragón ha muerto repudiada; la indomable Ana Bolena ha sido decapitada tras un proceso fraudulento; y Jane Seymour, la única esposa capaz de darle su ansiado hijo varón, ha muerto tras el parto. Ahora el rey ha decidido casarse, y la "afortunada" es Ana de Cléveris, hija de un duque alemán a la que Enrique solo ha visto en pinturas. Mientras el desagrado del monarca con la alemana crece, la aristocracia inglesa se apresura a enviar a sus hijas a la corte para servir a la nueva reina. Una de las más jóvenes, la alocada huérfana Catalina Howard, no tarda en captar el interés del rey. Su ambiciosa familia ve en ella la oportunidad de recuperar la gloria perdida, y no escatimará en esfuerzos para convertirla en la quinta reina de Enrique VIII. Catalina será aconsejada por el cruel Duque de Norfolk y la compleja Juana Parker-Bolena, tío y cuñada de Ana Bolena, además de partícipes de su trágico fin.

Como diría Cersei Lannister en Canción de Hielo y fuego, "al Juego de Tronos, o ganas o mueres". Hacia la mitad del libro se desencadena una serie de intrigas en las que Ana de Cléveris, Catalina Howard y Juana Bolena verán cómo su posición, sus ambiciones, sus lealtades e incluso su capacidad de supervivencia son puestas a prueba. Resulta interesante como uno de los personajes más prominentes de esta novela es la difunta Ana Bolena. La polémica esposa de Enrique VIII sigue siendo recordada por los cortesanos, pese a que la simple mención de su nombre fue prohibida tras su ejecución. Su recuerdo atormenta a Juana Bolena constantemente, y tanto Ana de Cléveris como Catalina Howard se ciñen la corona de reina consorte bien conscientes de que está bañada en sangre.

En este apasionante relato a tres voces, Philippa Gregory demuestra que conoce bien los entresijos de la corte Tudor. Con sus palabras, la autora crea una atmósfera sólida. El despliegue de nombres, títulos, trajes, tocados, bailes e intrigas no resulta para nada pesado, sino que, añadido a la narración en primera persona, da la sensación de que realmente estamos en la corte de Enrique VIII. El estilo de la autora hace de La trampa dorada una novela adictiva y fascinante, un libro que no se puede dejar de leer así como así.

Esta es una de mis novelas favoritas, un libro que compré tras descubrir la magnífica serie Los Tudor, y que en una semana me hizo cambiar, de lector ocasional de novela histórica a un auténtico adicto.



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